Nosotros

Sobre Nosotros

Tenía 29 años cuando empecé a trabajar en una gran corporación. Antes había trabajado sólo en empresas locales y pequeñas, una de ellas era con mi tío, vendiendo máquinas. Como no conocía la industria, a la gente, los procesos, los productos, trabajaba muy duro: todos los días de 8 am a 6, 7 u 8 pm. Sábados y varios domingos al mes. Pensaba que era transitorio, mientras entendía cómo funcionaba todo, y luego, cuando estuviera más adelante en la curva de aprendizaje, todo sería mucho más suave.

Pero había alguien que ya lo dominaba. Era Carlos, el gerente de marketing. Él y yo prácticamente compartíamos un cubículo cerrado con vidrio, aunque no nos veíamos porque había un panel divisorio entre nuestros escritorios.

Carlos llegaba todos los días a las 8:30 o 9:00 am y salía a las 4:30 o 5:00 pm. No se veía atafagado, y parecía tener todo resuelto, no como yo. Mientras que yo era soltero y llevaba muy poco tiempo viviendo sólo, Carlos ya tenía esposa, 3 hijos, hipoteca, responsabilidades, pero tiempo para su vida personal… Siempre me animaba verlo; era mi visión de futuro, según la cual se trabaja unas 40 horas a la semana, no 80, como yo.

La vida cambia el día menos pensado

Un martes cualquiera Carlos fue llamado a la oficina de su jefe. 15 minutos después regresó a su cubículo con Daniel, gerente de recursos humanos, sólo oí que le dijo: “Lo lamento mucho. Tú sabes que …”. Carlos lo interrumpió: «tranquilo, tú no tienes la culpa. Haz tu trabajo. Aquí tienes las llaves de la oficina, las llaves del auto, el carnet, el computador, el móvil…”. Lo acababan de despedir.

Para mí fue una sorpresa indescriptible. Acababan de echar al empleado que me daba el ánimo de que en el futuro todo sería mejor. Por otro lado, la vida adulta no parecía tan estable como yo creía. Cómo hará Carlos para pagar los colegios privados de sus hijos, la hipoteca, ahora tendrá que comprar un auto, computador y hasta teléfono móvil, porque los que usaba eran de la empresa. Su esposa no trabajaba. Qué terrible. Entendí que la estructura que soporta toda la vida financiera de una familia podía ser extremadamente frágil. Sólo 30 minutos duró todo el proceso de despido.

Un día tienes sueldo, carro, teléfono, el prestigio de trabajar en una gran multinacional, y minutos después sólo tienes deudas y compromisos financieros.

En ese momento hice algo totalmente inútil: me angustié. Tuve un sentimiento de incertidumbre cósmica y crisis existencial financiera. Compartía mi angustia con mi amigo Santiago, quién era soltero y vivía con sus padres. Un día llegó Santiago y escupió un libro sobre mi escritorio. “Este libro me cambió la vida”, me dijo. Ese día excepcionalmente salí a las 5 pm y empecé a leer hasta terminar a la madrugada. Ese libro por primera vez me daba respuestas a mi preocupación. Descubrí que yo no era la primera persona ni la única en tener esa sensación de incertidumbre laboral-financiera y que además había métodos para resolverla, o al menos mitigarla. Ahora tenía un nuevo hábito: Cada viernes salía de la oficina, iba a la librería y me compraba un nuevo libro sobre mi nuevo tema favorito: la libertad financiera.

Mi nuevo plan de fin de semana era leer, estudiar, analizar y releer. Estaba abrumado por las posibilidades. Como soy una persona de ejecución, necesitaba poner en acción todo ese nuevo conocimiento: hice mi plan financiero de largo plazo. Por primera vez en mi vida tenía una meta clara de la que estaba convencido y … enamorado. Me sentía diferente y casi levitando.

Era como tener un amor prohibido: me sentía maravilloso, pero no podía compartir con nadie mi descubrimiento. Mi familia pensaría que estoy loco. Mis amigos no entenderían jamás. Nunca había conocido una persona con un plan financiero. Pero quería la opinión de un experto. Pedí una cita con un contador muy hábil y con muchísima experiencia. Le mostré mi plan. Y dijo las palabras más aburridas e inútiles que jamás esperé: “muy bien”. Sencillamente decepcionante, porque no fui al contador para que me dijera “muy bien”. Claramente mis sospechas de que nadie tiene un plan se confirmaban.

Pero yo estaba resuelto a cumplir mi plan financiero.

Terminé trabajando 11 años más para esa empresa. Nunca me despidieron, sino que renuncié para perseguir otra oportunidad. 12 años después de haber empezado mi plan alcancé las metas (que en el inicio parecían absolutamente increíbles, irrealizables), y 14 años después casi dupliqué las metas sobre la inicial. Debo decir que no lo hice solo, me casé y mi esposa creyó en el plan desde el primer día que se lo enseñé, ella misma llenaba uno a uno los gastos semanales, una tarea aburrida pero necesaria para determinar las fugas del presupuesto. 

Pegamos dos videos sobre la forma en que nos conocimos y el momento en que le propuse matrimonio…

Lo que empezó como un sencillo plan financiero ha sido uno de los mayores éxitos de mi vida, me ha dado grandes satisfacciones, y me ha enseñado que, con una meta grandiosa, que valga la pena, puedo alcanzar sueños casi imposibles. Pero por otro lado veo a amigos y familiares muy cercanos que, a pesar de tener carreras exitosas y buenos ingresos, caen en la quiebra o no son capaces de atender sus compromisos financieros más básicos por falta de un buen método. Al conocer muchas de estas historias tomé la decisión de escribir mi propia historia y compartir el método que me ha dado tanta alegría y ha ampliado mis posibilidades en todo sentido.

Este blog, y la Guía para tu Libertad Financiera son la descripción de este método. Claramente en este puedes encontrar pedazos de conceptos de muchos libros (de los que te daré todas las referencias), pero a la larga, al aplicarlo a mi vida y haciendo ajustes y pruebas, lo siento como mi propio método.

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